Él y Él

Él quería lamerle la herida. Arrastrarse en su pecho y sentir el picor de su barba.

-Tú eres bueno, pero te portas mal.

Deseaba portarse mal con sus brazos. Menearse con sus movimientos felinos entremedio de sus piernas. Ese lunar en su espalda, lo conoce bien. Se lo mordió, como tratando de arrancarlo.

-Soy curioso. No puedo evitarlo.

Soñaba con el picor que provoca la cicatriz cuando se cura. Él también conocía su cuerpo. Pasaba la punta de la lengua. Suave, dulzona, con gusto a huellas. Era justo ahí donde rozó sus colmillos. Ahí quería entrar.

-Quiero averiguarte todo.

Anhelaba el temblor de sus rodillas. Devorar y atragantarse con el sudor que brillaba en su frente. En aquella frente que él igualmente conocía.

Cuando los dos cayeron en este mundo, sus pedazos volaron desperdigados en lugares distantes. Pero se encontraron como en un choque, en una carretera diferente a la que acostumbraban transitar.

Uno curándose. El otro, arañándose. Uno llorando y el otro riendo. Uno sangrando y el otro con sed de lamer heridas.

Se encontraron y ahora nadie sabe lo que pasará. Sólo, que hay pieles, hay cicatrices, manos, narices, olores, pelos, ojos, tinta, banderas, lenguas, y un dedo que promete un siempre.

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